¿Qué es el bullying para mí?

Hoy en día muchos piensan que el bullying es solo una broma pesada o un chiste que se pasa de la raya. Pero para mí… ¿qué es realmente el bullying? ¿Qué es eso que puede transformar una risa en un dolor que se queda en el pecho?

Para mí, el bullying es cuando alguien agrede repetidamente a otra persona. Cuando lo que empezó como una risa se vuelve una herida. Cuando ya no se siente gracioso, cuando la persona afectada ya no se ríe, cuando las miradas bajan y el corazón late con miedo. El bullying no es solo físico: también existe en palabras, en silencios, en una pantalla, en la mente y en el alma.

Es llegar a casa con un nudo en la garganta, sin ganas de hablar con nadie. Es guardarse todo para no preocupar a los demás. Es sentir inseguridad, tristeza, enojo… y a veces, incluso ganas de lastimar también, solo para dejar de sentir que uno es menos.

El bullying también nace del silencio de los que miran y no hacen nada. Porque callar cuando alguien sufre, también duele. Guardar lo que sentimos oprime el pecho hasta que un día puede explotar.

Una escuela sin bullying sería un lugar ideal: sin peleas, sin insultos, sin miedo. Un lugar donde todos puedan aprender tranquilos, sin tener que fingir que no les duele lo que sí les duele. Porque muchas veces el bullying termina en violencia, y la violencia nunca es buena.

Yo creo que la empatía es primordial. Si hay empatía, hay un lugar sano. Y si alguien deja de sufrir bullying, quiero que sepa esto: es fuerte. Fue fuerte y siempre va a serlo, aunque nadie se lo diga. Defenderse no es pegar: es decir “no”, es pedir ayuda, es cuidarse y cuidar a los demás al mismo tiempo.

He visto bullying. Y también lo he sufrido. Por eso hoy elijo ser la voz que dice: “ponete en el lugar del otro”. Elijo ayudar a la persona que lo está pasando mal. Elijo no reírme de lo que lastima. Elijo no dejar que alguien se quede solo frente a un monstruo que solo usa su tamaño para esconder su miedo.

Para mí, eso es el bullying: algo que debemos frenar con amor, con valentía y con empatía.

Porque yo pude, puedo y podré siempre.

Y también los demás.